Parálisis
- Claudio Roldán
- 28 jul 2020
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 30 mar 2021

Poco después de lograr el punto justo de trance, donde el cuerpo se vuelve enteramente vulnerable, donde los sonidos pierden toda capacidad de violentar al viento y las imágenes envejecen tanto que pierden el color… mi cuerpo, aún era capaz de sentir.
Como si tuviera sensores que captan los movimientos de otras personas, sentía que alguien me observaba.
Intenté incorporarme y fue imposible, la presencia parecía estar cada vez más cerca, yo seguía en trance; inmóvil, rígido como una piedra, pero sentía.
Logré abrir los ojos y aún no podía moverme, y aunque la habitación estaba a oscuras era evidente que había alguien más. En ese momento sentí cómo se apoyaba en la cama, cerca de mis piernas, rozándolas sin tocar, provocándome un escalofrío por todo el cuerpo. Quería hablar, pero las palabras se chocaban unas a otras sin poder salir de mi garganta, temblaba internamente del miedo y no podía mover un solo músculo. Una figura sin rostro se hacía visible, se deslizó en un segundo y se puso delante de mí, frente a mis ojos, pero no lograba distinguirla, solo podía sentirla; fría y pesada. Me abrazó como buscando romper mis huesos, como queriendo tapar mi respiración, como si estuviera recordándome que siempre está ahí; la soledad siempre está dichosa de abrazarnos y hacernos compañía mientras dormimos.
Hola soy muy fan de vos. Bye